Cómo funciona una placa de inducción y qué ventajas tiene frente a la vitrocerámica y el gas

Las placas de inducción llegaron a nuestras vidas en los años 20 del siglo pasado, aunque su presencia hasta hace unos años, al menos en España, era reducida. No obstante su popularización reciente no deja lugar a dudas: las placas de inducción se han convertido en las favoritas de muchos españoles.

El funcionamiento de las placas de inducción se basa en un potente electroimán que genera un campo magnético que, en contacto con un recipiente metálico (olla, sartén, etc), hace que éste se caliente. La diferencia con respecto a otros tipos de cocina -gas, eléctrica y vitrocerámica- reside en que se calienta el recipiente, pero la placa no genera calor residual.

Se basan en la ley de Faraday y al ser más eficientes permiten ahorrar energía y dinero. Además son más seguras. No nos podemos quemar si, tras cocinar, ponemos la mano encima, aunque notaremos el calor residual del recipiente que hayamos cocinado.

Sus ventajas, con respecto al gas y la vitrocerámica, son innegables:

  • Tardan menos en calentar, es capaz de hervir un litro de agua en menos de la mitad de tiempo que una cocina de gas.
  • Son más seguras, pues sólo calientan el recipiente mientras el cristal permanece frío (el calor del recipiente se traspasa residualmente a la placa, pero no llega a quemar).
  • Se limpian con facilidad: casi nunca hay que despegar nada, basta con pasar una bayeta.
  • Son programables, lo que ayuda a controlar las cocciones sin riesgo de que se quemen.
 
 
Tanto inducción como vitrocerámica se limpian con facilidad

Pero también hay inconvenientes:

  • Se trata de la opción más costosa económicamente, aunque hay gran variedad de precios.
  • Sólo se pueden usar con determinado tipo de menaje compatible (olvídate de usar sartenes o cacerolas de aluminio o de barro).
  • El precio actual de la electricidad hace que su uso sea también costoso.

Gas y vitrocerámica: alternativas a la inducción

Visto el funcionamiento, las ventajas y las desventajas de las placas de inducción, vamos a hacer un repaso también otras dos alternativas a la inducción: la cocina de gas y la placa vitrocerámica. Ambas altamente usadas aún en nuestras casas.

Cocinas de gas

Ya sea butano o gas ciudad, es lo clásico y sus pros son extensos. El gas permite controlar el fuego de manera rápida y precisa; calienta mucha cantidad en -casi- cualquier tipo de recipiente y su precio es moderado (aunque la situación actual cambia a diario). La mayoría de nosotros hemos aprendido a cocinar con una cocina de gas y sabemos que es ideal para platos de toda la vida (potajes, arroces, etc).

Pero no todo son ventajas, también hay inconvenientes:

  • Aunque la superficie es lisa, los quemadores la hacen más difícil de limpiar. Eso sí, el truco clásico funciona a la perfección: llevar una olla con vinagre a ebullición y meter en ella los quemadores, para que recuperen su aspecto más o menos original.
  • El gas es más delicado ante una posible fuga por fallo o despiste y, en este sentido, conlleva un riesgo que no tiene la inducción ni la vitrocerámica.

Cocina vitrocerámica

Fue la primera alternativa eléctrica al fuego y sólo necesitaba acceso a un enchufe. Dos razones por las que se popularizó rápidamente, especialmente en las casas de obra nueva, ya que eliminaba el coste de crear la infraestructura para conducir el gas natural y también la carga de necesitar bombonas de butano.

El problema que tiene es que, aunque calienta la comida, lo hace muy lentamente. Se puede aprovechar el calor residual tras apagarla, pero se mantiene tan caliente que esto resulta ser un inconveniente más que una ventaja.

Entre sus ventajas destaca:

  • Calientan lo que sea: acero, cobre, hierro, etc. Perfecto para ahorrarnos unos euros al no tener que renovar nuestro menaje de cocina.
  • Limpiarlas es sencillo. Si no está muy sucia, basta con un poco de limpiador y una bayeta. Pero para despegar restos de suciedad difíciles se necesita una pequeña cuchilla. Lamentablemente su buen estado solo dura un tiempo. Las altas temperaturas y la acumulación de restos que no se van ni con la cuchilla la deforman. Y lo peor es que cuanto más se estropea, peor funciona.